El casco que lleva Álvar en la segunda portada y que
aparece junto a la espada en la anterior es un morrión, protección muy popular
entre mediados del s. XVI y del XVII. Seguramente los primeros morriones
llegarían a Las Indias veinte o treinta años después de la acción del libro, y
si lo he incluido en la imagen ha sido porque es el casco más asociado a la
conquista de América.
Comparado con las protecciones para la cabeza más
antiguas y más modernas, el morrión es el más estilizado, con esa gran cresta que
da resistencia al conjunto y soporta los posibles golpes verticales. Bajo la
cresta, la forma almendrada deja un espacio para separar el cráneo del metal,
tanto para evitar los impactos directos como el exceso de calor. Al igual que
en los cascos actuales, un entrelazado de telas mantenía la posición elevada
sobre la cabeza, sujetas con esos remaches que se ven en la base.
En este enlace cuentan varias cosas más sobre los
morriones.
Seguramente el calor llevaría a los españoles a
descuidarse, especialmente en tierras de indígenas supuestamente amigos, como
dice Cabeza de Vaca en su Naufragios:
«Los guaxarapos […] les dijeron como
ellos habían muerto á los cristianos, y que no éramos valientes, y que teniamos
las cabezas tiernas, y que nos procurasen de matar, y que ellos les ayudarian para
ello». Unos buenos morriones habrían evitado eso de las «cabezas tiernas».