Álvar
es un héroe con todas las letras, fiel a sus principios hasta las últimas
consecuencias. Da la impresión de que viaja a América huyendo de algo, o
buscando algo. Un mundo diferente; un mundo más justo; un mundo más armónico.
Otro mundo.
Pero
el mundo es lo que es, aquí, allá y acullá. Esa zona del Paraná y del Paraguay
no parece ser el paraíso, ni un oasis de paz. Los españoles que llegaron antes
que él no son más brutos, ni más crueles, ni más codiciosos que lo que se
estila en las Indias, aunque a Álvar se lo parezca y eso le lleve a discutir
con unos y con otros.
Pero
el hecho de ser un héroe con todas las letras no le proporciona omnisciencia, y en
más de una ocasión debe de quedarse igual que nosotros, pensando si lo que le
dice ese soldado, ese indígena, o ese otro español no es más acertado que lo
que él pensaba.
Porque
al final «Cabo de perros» es una reflexión sobre la conquista de América
contada como una novela de acción enmarcada en hechos reales.
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