CAMBIANDO LA SINOPSIS Y HASTA LA CAPA OTRA VEZ

 CABEZA DE VACA, SEGUNDA PARTE

Todos conocemos más o menos las historias y los hechos de Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Sobre el resto de los llamados «conquistadores» seguramente no sabemos mucho, si sabemos algo, y siempre ensombrecido por la famosa Leyenda Negra. Entre ese resto está Álvar Núñez Cabeza de Vaca, sobre cuyo periplo norteamericano se habla y escribe bastante y bien. La segunda parte a la que me refiero es a su paso por Asunción como adelantado del rey.
La gobernación de Cabeza de Vaca en Asunción fue inusual y de grandes consecuencias, pues desató una guerra interna entre los seguidores del capitán Irala, que defendían su supremacía sobre los indios, y las órdenes del nuevo adelantado, que establecían la igualdad para europeos y americanos.
Para conocer aquellos hechos hay dos opciones principales: por un lado, leer los documentos de la época (los textos de Cabeza de Vaca y de Ulrico Schmidl; largos, farragosos por su lenguaje y a menudo desencontrados entre sí) y los estudios históricos sobre el lugar y el momento; por otro lado, pueden seguir las aventuras de un español, una guaraní y dos mastines adiestrados para luchar en la guerra, que a mediados del s. XVI nos muestran los acontecimientos como ocurrieron. Las dos opciones, evidentemente, no son excluyentes.



Para quien opte por la segunda posibilidad, «Cabo de perros» y su secuela «Ierê» dan buena cuenta de la situación antes, durante y después de la estancia de Cabeza de Vaca, en la que los personajes deben vivir y tratar de sobrevivir.
El lector decidirá si quiere centrarse en las aventuras de hombres y perros, en la recreación histórica de los hechos o en las cuestiones que deberían hacerle meditar si su posición acerca de todo lo ocurrido en aquella época tenía una base tan sólida como pensaba. Si tener una opinión sobre estos asuntos es tan fácil; si lo es etiquetar a cada uno como héroe o villano.
La tercera parte de la trilogía «Memorias de América», a la que pertenecen estos dos libros, transcurre en el mismo lugar que la segunda mitad de «Ierê», pero casi quinientos años después. En ella podemos ver cuál fue el legado de todos aquellos hechos, la evolución o la ausencia de ella.